Era cierto eso que dicen que Marta tiene un marcapasos trae el verano en pleno invierno. Y es que nada más cruzar la puerta sientes estar en la playa. Las primeras filas del Teatro Compac Gran Via se han convertido en parte de esa playa, en lugar de las butacas podemos sentarnos en sillas y mesas de un chiringuito playero. A los lados del escenario, dos barras, para poder pedir refrescos, cervezas, incluso mojitos y combinados, además de tablas de queso, patatas… Para seguir con la ambientación, a penas segundos antes de empezar el espectáculo, dos azafatas de vuelo salen a dar la bienvenida y las indicaciones pertinentes, creando una atmosfera muy relacionada con la primera escena del musical. Y es que no es que se represente en un teatro, sino que el mismo teatro forma parte activa de la obra.

En Marta tiene un marcapasos se respira amor en el aire, ya que la trama gira en torno a varias historias de amor y en varias generaciones, los protagonistas, sus amigos, el padre de Marta… ¡Hasta la abuela de Nico! Y por supuesto, los temas de los Hombres G que casan perfectamente con la trama. Han sido adaptados y versionados, pero no han perdido su esencia, desarrollándose de forma natural durante todo el musical. Es divertida, con toques de humor, romántica, emotiva… y algo de drama.

Pero Marta tiene un marcapasos no es sólo su historia, son sus actores, bailarines, músicos… todo el equipo que hace posible llevar día a día que la función sea un éxito. Desde sus flamantes protagonistas Claudia Longarte y Marc Parejo, las preciosas voces de Gloria Aura y Patrizia Ruíz, la historia paralela del padre de Marta Nando González con la televisiva Rocío Madrid que lleva un mágico momento con su versión de “Qué soy yo para ti”, los toques de humor de Leandro Rivera, Ariana Bruguera y Enriqueta Caballeira, hasta los malvados Tony Bernetti y Jose Manuel Villalba. Incluso los bailarines, no sólo bailan, sino que participan de forma activa en la obra haciendo que la playa esté viva. Y qué decir de los músicos, en directo lógicamente, que dan más fuerza a la parte musical.

Los escenarios son impactactes con pantallas de leds que nos muestran la playa, el mar, el atardecer… Una playa que nos recuerda a la costa gaditana, Tarifa, Los Caños, Bolonia, La Ballena… Además en continuo movimiento, cambiando de forma ágil y natural. Lo mismo estamos en la playa que en un aeropuerto, en una especie de Cadem Town, hasta en un acantilado con faro incluido.

Y qué decir tiene el final, ¡apoteósico! Todo el público en pie para acompañar a los actores en el Medley final que nos invitan a cantar y bailar. Sin duda el mejor momento para desconectar de los problemas y salir con las pilas cargadas.